Nada de lo que pensamos ocurre realmente como lo
planeamos en nuestra mente. Todo parece dividirse y
desvanecerse. Los sueños no se alcanzan, ni se tocan, simplemente se olvidan.
Los deseos no se cumplen, pero tampoco se pierden. Se quedan en forma de cicatriz
incurable e imborrable, haciendo de recordatorio para no caer otra vez en los
mismos errores.
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