Solía sentarme y quedarme mirando cómo se nos
escapaba la última estrella fugaz de la noche. No me inmutaba al verla pasar,
simplemente dejaba que las emociones recorrieran cada fibra de mi ser y que la
única pista que mi rostro daba de estar viendo todo aquel espectáculo era que
mis ojos se inundaban de auténticos sentimientos que desembocaban en lágrimas
silenciosas.
Las noches siguen siendo siniestras, y a veces, te
comparo con alguna de las estrellas fugaces que se dejan ver. Sois fugaces, ya que
tienes que estar en el lugar y momento adecuado para dejaros ver y poder disfrutar con vuestra presencia. De relaciones efímeras, pero
deslumbrantes e inolvidables; puesto que todavía recuerdo a la única estrella
fugaz que he visto en mi vida, sin ocultar mi deseo de dejarme llevar por más.
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