Cuando nos miramos podemos
ver lo que un día perdimos y dejamos atrás. Entonces ese día nos levantamos con
más fuerza mientras suena de fondo nuestra canción favorita.
Empezamos a ver la vida con
otros ojos, con los ojos de una inocencia perdida. Juzgamos con otro corazón,
con un corazón ya herido. E insistimos
en los detalles, detalles que nunca antes habíamos apreciado. Comenzamos a
querer nuestra vida, a las personas a las que nunca antes nos habíamos atrevido
a saludar, a nuestras mascotas, e incluso, a nuestra ropa. Nos levantamos y
miramos el armario. Dentro no hay solo vestidos y blusas monas, descubrimos una
sudadera. La recordamos y revivimos los momentos con ella: aquella noche en el
parque, aquel lluvioso día de invierno que la usaste para tapar tus libros, o
aquel momento en que le abrazaste con ella. Decides ponértela. Te miras al
espejo y sonríes. Te sonríes porque por fin has encontrado la manera de
sentirte cómoda.