domingo, 24 de noviembre de 2013

Autoamor

La frialdad que empezamos a desarrollar a principios de aquel mes fue la que nos llevó al fracaso, a la derrota. No se debió a ninguna decisión que tomamos, ni siquiera a un hecho relevante. Fue simplemente el orgullo el que nos llevó a la perdición. Ninguno de los dos admitimos que llevábamos tanto tiempo queriéndonos que hacía mucho que los días y noches se confundían, y que ya no sabíamos distinguirlos. Pero tampoco pudimos reconocer que  jamás logramos amar a otras personas que a nosotros mismos. Tú nunca te quisiste más que a ti mismo, y yo no me enamoré de otra que no fuera yo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Hogar


Supongo que nunca he tenido eso que algunos definen como “hogar”. Siempre me he sentido libre, sin ataduras a un lugar, sin tener ninguno con el que me haya encariñado. Será quizás, porque todavía no he permanecido el tiempo suficiente en un sitio como para recordar cada uno de sus rincones y no querer olvidar. O puede que sea, que la definición incrustada en mi mente de “hogar” implique también a las personas adecuadas o una estabilidad en mi vida, que todavía no me he atrevido a pronunciar.

martes, 12 de noviembre de 2013

Hasta luego

hastaluegoPorque si quererte supone perderte, ojalá no volviéramos a vernos. Ojalá nos olvidásemos y con ello dejásemos atrás una pasado que no debimos empezar. Un pasado oscuro y siniestro, sin más luz que la que hoy está todavía iluminándonos. Sin más sueños que siguen entrando en nuestra mente a altas horas de madrugada y que no escapan hasta el día siguiente. Sin más días que queden saciados por las ganas de verte, tocarte, sentirte aquí a mi lado y despedirnos con un “hasta luego”.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Suspiros, palabras, silencios e intuición



Dicen que el amor es para siempre. Y sin embargo, un suspiro basta para matarlo. No solo hablamos de suspiros, sino también de palabras que dañan y silencios que alejan. Si supiéramos en que momento va a suceder, posiblemente tratáramos de evitarlo y hacer todo lo posible para saltárnoslo en la inalterable línea del tiempo. Pero como no podemos hacerlo, simplemente dejamos que nos arrastre la monotonía y esperamos a que suceda. Siquiera la intuición en estos casos puede salvarnos y nos condena a un final inesperado y quizás estratégico por alguna de las dos partes.