No me importa dejar a un lado todo el rollo ese de amor, desamor,
encanto, desencanto y sobre todo de magia del que intento impregnar este blog,
si es para hablar de cosas tan importantes como el cambio climático, la
contaminación…. La destrucción de nuestro hogar.
No importan cuantas líneas se escriban sobre ello, nunca serán
suficientes; por ello quizás, he querido hacer una simple y pequeña reflexión.
Necesitamos
un cambio, y lo necesitamos ya. No podemos seguir actuando como lo estamos
haciendo. Debemos luchar por un cambio, tanto físico como mental. Alcanzarlo, y
demostrar que no solo se trata de una utopía.
No se
trata de algo que debamos hacer unos pocos, sino que debe ser un objetivo a
nivel mundial. Una acción que nos permita juntarnos todos y alcanzar soluciones
globales. Personas, ciudades, comunidades, países, estados y continentes juntos
por la Tierra. Por no destruir y para aprender a valorar y amar todo lo que
tenemos. Dejar de pensar que los recursos son ilimitados y que la atmósfera,
tierra, agua y amar pueden asimilar, absorber y descomponer todo lo que
nosotros arrojamos por no saber qué hacer por ello o pensar que no se le puede
sacar más partido a algo. Y eso nació, hace ya mucho tiempo, por nuestra culpa,
al dejarnos dominar por una sociedad de consumismo, por no ponerla freno y por
hacer que sus consecuencias fueran cada vez más negativas y perjudiciales, no
solo para el medio ambiente, sino que también para todos nosotros, y para
nuestra economía.
No
podemos seguir indiferentes a todos los procesos que se están produciendo. No
podemos ver el deshielo de los polos, el aumento de la temperatura en los
termómetros, animales y árboles cambiando sus ciclos de migración y maduración
de sus frutos… y creer que no se debe a nosotros, no arrepentirnos de aquellos
momentos en lo que tenemos la luz dada más de lo que necesitamos o el grifo
dejando correr el agua sin rozar nuestra piel.
El
primer paso que debemos dar, y el más importante, es asumir y reconocer todo
esto. Además de creer que el cambio está en nuestras manos, y que somos los
únicos que podemos lograrlo.
El
petróleo se acabará, ¿y qué?, existen los biocombustibles. Claro, que, llegado
el momento, nos arrepentiremos de no haberlos desarrollado más. La energía
eléctrica destruirá la capa de ozono y la nuclear provocará miles de muertes.
Entonces, reconoceremos el problema, pero será tarde, porque ya habremos
destruido La Tierra. Habremos acabado con todo.
Soñamos
con descubrir y dominar el universo. En viajar a otro planeta, y poder asentaros
vivir en él. ¿Por qué? ¿Para acabar con él al igual que con la Tierra?
El ser
humano es así. Caprichoso. Inconsciente. Melancólico, solo llegado el momento.
Pero, sobre todo, destructor. Destructor por naturaleza de la naturaleza. No
podemos esperar que salgan de él las buenas acciones, de forma voluntaria.
Tampoco
estoy hablando de obligar. Simplemente de darle verdadera información sobre
todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y esperar a que toma la
decisión de actuar positivamente o de seguir a una masa indispuesta, condenada
a hacer lo que hagan los demás, siguiendo aquel dicho de “¿A dónde
va Vicente?... Donde va la gente”. Y aquí es cuando tratamos el tema de la
“sociedad de masas”, es decir, una sociedad dominada por unos pocos capaces de
hacer pensar y actuar a un gran grupo de personas bajo sus principios, con el
único argumento de que es lo que hace la mayoría. Pero esto no solo tiene
consecuencias negativas (falta de decisión propia, manipulación…), también
podemos encontrar su parte positiva: estamos unidos, juntos en algo, aunque
carezca de sentid (yo soy la primera en estar en contra de la sociedad de
masas) o lo que llevamos a cabo. Y no nos engañemos, es lo más importante. Una
persona no puede luchar ella sola contra el cambio climático, la insolidaridad
humana, el despilfarro de los recursos energéticos, la destrucción de la capa
de ozono, de La Tierra... Un gran cambio requiere de mucha gente concienciada y
unidas en un mismo proyecto. Cuando más seamos, menos será el esfuerzo que deba
hacer cada uno. Por ejemplo, si necesitamos reducir a el consumo del agua 100
litros, no es lo mismo, que lo haga una persona que miles de personas; lo mismo
sucede con el cambio del que estoy hablando.
Sara
Ruiz.
Acabaré con una increíble cita de Laura Gallego
García que plasma en su Trilogía Memorias
de Idhún: “Cómo era posible que encontrara algo bello en
un mundo cuya única luna era tan pálida y anodina, un mundo cuyas maravillas
estaban siendo sistemáticamente arrasadas, corrompidas, sepultadas bajo un
manto de cemento y acero.”
Gracias.