viernes, 18 de octubre de 2013

Un cambio

No me importa dejar a un lado todo el rollo ese de amor, desamor, encanto, desencanto y sobre todo de magia del que intento impregnar este blog, si es para hablar de cosas tan importantes como el cambio climático, la contaminación…. La destrucción de nuestro hogar.
No importan cuantas líneas se escriban sobre ello, nunca serán suficientes; por ello quizás, he querido hacer una simple y pequeña reflexión.

Necesitamos un cambio, y lo necesitamos ya. No podemos seguir actuando como lo estamos haciendo. Debemos luchar por un cambio, tanto físico como mental. Alcanzarlo, y demostrar que no solo se trata de una utopía.

No se trata de algo que debamos hacer unos pocos, sino que debe ser un objetivo a nivel mundial. Una acción que nos permita juntarnos todos y alcanzar soluciones globales. Personas, ciudades, comunidades, países, estados y continentes juntos por la Tierra. Por no destruir y para aprender a valorar y amar todo lo que tenemos. Dejar de pensar que los recursos son ilimitados y que la atmósfera, tierra, agua y amar pueden asimilar, absorber y descomponer todo lo que nosotros arrojamos por no saber qué hacer por ello o pensar que no se le puede sacar más partido a algo. Y eso nació, hace ya mucho tiempo, por nuestra culpa, al dejarnos dominar por una sociedad de consumismo, por no ponerla freno y por hacer que sus consecuencias fueran cada vez más negativas y perjudiciales, no solo para el medio ambiente, sino que también para todos nosotros, y para nuestra economía.

No podemos seguir indiferentes a todos los procesos que se están produciendo. No podemos ver el deshielo de los polos, el aumento de la temperatura en los termómetros, animales y árboles cambiando sus ciclos de migración y maduración de sus frutos… y creer que no se debe a nosotros, no arrepentirnos de aquellos momentos en lo que tenemos la luz dada más de lo que necesitamos o el grifo dejando correr el agua sin rozar nuestra piel.

El primer paso que debemos dar, y el más importante, es asumir y reconocer todo esto. Además de creer que el cambio está en nuestras manos, y que somos los únicos que podemos lograrlo.

El petróleo se acabará, ¿y qué?, existen los biocombustibles. Claro, que, llegado el momento, nos arrepentiremos de no haberlos desarrollado más. La energía eléctrica destruirá la capa de ozono y la nuclear provocará miles de muertes. Entonces, reconoceremos el problema, pero será tarde, porque ya habremos destruido La Tierra. Habremos acabado con todo.

Soñamos con descubrir y dominar el universo. En viajar a otro planeta, y poder asentaros vivir en él. ¿Por qué? ¿Para acabar con él al igual que con la Tierra?

El ser humano es así. Caprichoso. Inconsciente. Melancólico, solo llegado el momento. Pero, sobre todo, destructor. Destructor por naturaleza de la naturaleza. No podemos esperar que salgan de él las buenas acciones, de forma voluntaria.

Tampoco estoy hablando de obligar. Simplemente de darle verdadera información sobre todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y esperar a que toma la decisión de actuar positivamente o de seguir a una masa indispuesta, condenada a hacer lo que  hagan los demás, siguiendo aquel dicho de “¿A dónde va Vicente?... Donde va la gente”. Y aquí es cuando tratamos el tema de la “sociedad de masas”, es decir, una sociedad dominada por unos pocos capaces de hacer pensar y actuar a un gran grupo de personas bajo sus principios, con el único argumento de que es lo que hace la mayoría. Pero esto no solo tiene consecuencias negativas (falta de decisión propia, manipulación…), también podemos encontrar su parte positiva: estamos unidos, juntos en algo, aunque carezca de sentid (yo soy la primera en estar en contra de la sociedad de masas) o lo que llevamos a cabo. Y no nos engañemos, es lo más importante. Una persona no puede luchar ella sola contra el cambio climático, la insolidaridad humana, el despilfarro de los recursos energéticos, la destrucción de la capa de ozono, de La Tierra... Un gran cambio requiere de mucha gente concienciada y unidas en un mismo proyecto. Cuando más seamos, menos será el esfuerzo que deba hacer cada uno. Por ejemplo, si necesitamos reducir a el consumo del agua 100 litros, no es lo mismo, que lo haga una persona que miles de personas; lo mismo sucede con el cambio del que estoy hablando.

Sara Ruiz.
 



Acabaré con una increíble cita de Laura Gallego García que plasma en su Trilogía Memorias de Idhún: “Cómo era posible que encontrara algo bello en un mundo cuya única luna era tan pálida y anodina, un mundo cuyas maravillas estaban siendo sistemáticamente arrasadas, corrompidas, sepultadas bajo un manto de cemento y acero.”


Gracias.

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