Dicen que el amor es para
siempre. Y sin embargo, un suspiro basta para matarlo. No solo hablamos de
suspiros, sino también de palabras que dañan y silencios que alejan. Si
supiéramos en que momento va a suceder, posiblemente tratáramos de evitarlo y
hacer todo lo posible para saltárnoslo en la inalterable línea del tiempo. Pero
como no podemos hacerlo, simplemente dejamos que nos arrastre la monotonía y
esperamos a que suceda. Siquiera la intuición en estos casos puede salvarnos y
nos condena a un final inesperado y quizás estratégico por alguna de las dos
partes.
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