domingo, 24 de noviembre de 2013

Autoamor

La frialdad que empezamos a desarrollar a principios de aquel mes fue la que nos llevó al fracaso, a la derrota. No se debió a ninguna decisión que tomamos, ni siquiera a un hecho relevante. Fue simplemente el orgullo el que nos llevó a la perdición. Ninguno de los dos admitimos que llevábamos tanto tiempo queriéndonos que hacía mucho que los días y noches se confundían, y que ya no sabíamos distinguirlos. Pero tampoco pudimos reconocer que  jamás logramos amar a otras personas que a nosotros mismos. Tú nunca te quisiste más que a ti mismo, y yo no me enamoré de otra que no fuera yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario