Hoy me he muerto. Me he encontrado perdida, sin
rumbo, sin nadie que me haya cogido de la cintura y llevado hasta el altar. Los
sueños volaron y los besos se esfumaron. Las miradas se pierden en el mar y los
pies caminan sobre las montañas.
Lo vemos fácil. Lo sentimos y lo tocamos, pero nunca
llegamos a alcanzarlo, cogerlo y atraparlo. Lo tenemos miedo y, en ocasiones,
huimos. Por supuesto, no sabemos definirlo. Ni siquiera, tenemos una palabra
para llamarlo. Pero cuando hablamos de ellos, nuestros ojos verdes nos desvelan
lo que sentimos.
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