Y sonríes cuando te
enamoras, ríes cuando te emocionas y lloras cuando te enamoras.
La vida es injusta, y tú lo
sabes. Pero no puedes hacer nada. Solo te puedes poner a rezar y a aprender a
perdonar. Porque, recuerda, que el perdón y las ganas de llorar van juntas, al
igual que vuestras manos se volverán a entrecruzar. Pero hasta entonces: no me
olvides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario