Tengamos una perfecta comunicación. Una comunicación total. En la que no hagan falta las palabras. Que fluya a través de los ojos y sea entendida con el corazón. En la que los gestos hagan de palabras, las sonrisas de comas y los besos de puntos. En la que lo más importante no sea lo que hagamos, sino lo que sintamos, y sobre todo, como reaccionemos.
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